Sucedió en el siglo XXI (segunda parte)

El desempleo apretaba más que el frío de aquél mes de enero de dos mil nueve. Una tormenta de malos indicadores económicos arreciaba sin que los paraguas que había previsto el gobierno socialista de Zapatero -que meses antes tanto distraían al personal- sirvieran para frenar el descontento de la masa social. Una masa social que se encontraba hipotecada, mal pagada y burlada, hacía poco menos de un año, por un ministro de economía que actuaba al dictado de su presidente de gobierno acuciado por las urgencias electorales.
Las aguas revueltas acabaron por provocar una inundación en forma de huelga general para ese día de enero. Huelga general que en mi caso solo lo era de puertas para fuera porque, de puertas para dentro, continuábamos con nuestra actividad “más” que normal. Bueno, no todos ya que los miembros del comité “de la” empresa –y entiéndase con todo su significado la preposición articulada- habían acudido a la manifestación convocada por los sindicatos no fuera que no los encontrasen coreando las consignas de rigor y les tildasen de esquiroles, que, como se sabe, es la mayor ofensa que se le puede proferir a un sindicalista.
A mediodía todos los noticiarios se hacían eco, como no, de la huelga general y del éxito de la misma en una jornada marcada “por la ausencia de incidentes importantes salvo la reiterada, constante y flagrante vulneración del derecho a trabajar por parte de los piquetes informativos “ (el añadido en letra cursiva es mío. Ningún informativo se atrevería a dar ese tipo de información) Como cada día después de ejercer el democrático y necesario derecho al alimento, me dispuse a otra operación no menos importante para el bienestar del espíritu y sobre todo del cuerpo. Había llegado el momento de echar una siesta como suelo hacerlo –presumo que así lo hacemos much@s- sentado en el sofá y dejando que el runrún del televisor actúe como anestésico. Las declaraciones de los dirigentes sindicales apostando a que “ante la respuesta tan contundente de los trabajadores y trabajadoras el gobierno debía tomar medidas”, me estaban llevando al deseado estado de atontamiento que se patentiza, en mi caso, por un hilillo de saliva que empieza a desparramarse por la comisura izquierda de la boca –tengo una tendencia natural a que sea ese lado y no otro el que gotee- cuando hubo algo que me sacó del beatífico sopor.
Después de las declaraciones de los mandamases sindicales, políticos de todo pelaje y ubicación política, los reporteros se dedicaron a entrevistar a la gente que se manifestaba en aquella “magna concentración” para que los ciudadanos de a pie valorasen o dijesen lo que les viniese en gana sobre la huelga. Fue entonces cuando la vi, allí delante de mí como la otra vez en la entrevista de trabajo pero más pequeñita y en la tele. La reconocí al instante aunque su aspecto estaba algo cambiado. Estaba embarazada. A su lado un hombre que, por lo que dijo ella después, supe que era su marido. La entrevistadora le puso la alcachofa para que contestase alguna pregunta que debía tener relación con el motivo de aquella manifestación –la sorpresa por verla en televisión me impidió prestar mayor atención a la interpelación de la reportera- ya que ella contestó:
- Llevo más de un año buscando trabajo y, a pesar, de haber ido a ya no sé cuantas entrevistas, no ha habido manera. La verdad es que es desesperante porque nos hace mucha falta… Ya sabes la hipoteca del piso, la vida que cada día está mas cara a mi marido le han rebajado el sueldo a la mitad y ahora, con “lo que viene”, fíjate la que nos espera. No tendré ninguna oportunidad –apostilló mientras se ponía las manos sobre su barriga.
- ¿Y qué creéis que sucederá después de esta manifestación? – les preguntó a ambos la cronista de circunstancias.
- Pues que todos los trabajadores y trabajadoras –enfatizó él la palabra trabajadoras- tengan las mismas oportunidades en el mundo laboral, que se aplique realmente la normativa sobre la conciliación de la vida laboral y familiar, que la mujer, a igual trabajo cobre el mismo salario que el hombre, que … -hizo una pequeña pausa- no se considere el embarazo una enfermedad, que se forme por igual a las mujeres que a los hombres, que alcancen, en definitiva, la misma responsabilidad las mujeres que los hombres en las empresas- al llegar a este punto el marido, José, estaba enardecido por sus propias palabras, tanto que la gacetillera le dijo:
- ¡Se nota que vives con intensidad los problemas laborales de la mujer!
- ¡Si! ¡Y que lo digas! – la voz de María sonó con estridencia- Me ha ayudado muchísimo en este año largo que llevo sin trabajar. No sé lo que hubiera sido de mi sin su apoyo y sacrificio.
Al llegar a este punto ya estaba lo suficientemente despierto para sentir como era prisionero de la indignación así que decidí liberarme de ella apagando el receptor mientras pensaba en el triste destino, no ya del género femenino, sino de nuestra especie mientras hubiesen “adalides” de la mujer como José y “Marías” que les creyesen.
No obstante, por lo que supe después, aquella intervención televisiva de la pareja no pasó inadvertida para alguien que pensó que el matrimonio le podría sacar de un apuro. Y cogió el teléfono… (continuará)
15 comentarios
Para Julia, perdida en la vorágine del relato -
Julia -
Espero leer el siguiente capitulo.
calma -
Para calma, petada -
calma -
Podría podría, tengo un master en lo que se debe y no se debe comer, allí aunque quieras, el bufet es de un liviano que no veas, entre infusiones, caldos de cebolla, verduras, también salmoncito, entrecot etc... masajes y duchas escocesas, te
dejan en las últimas de Filipinas.
En serio, si necesitas ayuda ¿cómo negarte algo tan agradable?
Buenas noches, he estado escribiendo y me voy a dormir un rato. La verdad es que con esta noche preciosa no apetece dormir, nada...
Un beso
Para calma, haciéndome proposiciones que no puedo rechazar -
P.S. ¿Me ayudarías a perderlos?
calma -
A mí a mí, yo la responsable total...
Besos genio
Para calma, engordándome -
calma -
Deberías hacer una recopilación de los resúmenes de nuestros comentarios que acompañan a nuestros nombres,las de autor.Esas pequeñas frases por si solas se merecen un cum laude o más cercano, mil aplausos. De verdad, son buenísimas ¡que capacidad!hay que tener mucho ingenio; de veras, te admiro mucho.
Para calma, paciencia por caridad -
Para calma, cualquier tiempo pasado... -
Para Estela, recogiendo la -
calma -
Besos
(voy a leer la primera parte)
calma -
Gracias por ese Machado único, no me extraña que se quedara más colgado que un jamón contemplando esos campos de girasoles y esas noches también únicas. (Por cierto, este año no había girasoles, he pensado que tal vez los comunitarios les han cortado el grifo de las ayudas. No veas que putada para mis sentidos, esos girasoles eran la mitad de mi viaje, por suerte la catedral, el castillo, las calles empinadas, siguen en pie.
El brillo de las estrellas, también.
Besos
Estela -